jueves, 11 de enero de 2018

ignacio zuloaga - víspera de la corrida 1898


Entre los 22 y los 27 años, de 1893 a 1898, Ignacio Zuloaga pasó largas temporadas en su país natal , principalmente en Andalucía. A pesar de París, es evidente que Zuloaga siempre estuvo enamorado de España. Así, alquila un local en la casa de los Artistas, cercana a la conocida Alameda de Hércules de Sevilla, y también en Alcalá de Guadaira, población cercana a ésta capital, y en especial durante los meses de otoño e invierno los convierte en su estudio de donde saldrán algunas de sus obras más conocidas.
Entre ellas estaría la que vimos anteriormente, mujer de Alcalá de Guadaira, y la que ahora veis, Víspera de la corrida, en la que como se puede observar, insiste en el uso del color negro en todos los caractéres; cada uno de los protagonistas se llevan su ración, algunos más, otros menos, mientras los dos perros para mi gusto, sin apenas rastro de él, lucen un magnífico colorido que les aporta un maravilloso porte y prestancia. El galgo del primer plano, en especial, es formidable.
Como contrapunto, y esa será siempre la tónica en toda su obra, aparecen luminosos y cálidos colores en vestidos, cielos y fondos, consiguiendo un precioso equilibrio tonal que embellece todo el cuadro.

No en vano esta pintura, el mismo año de su ejecucción, consigue el premio del Rey en la Exposición de arte de Barcelona. Previamente Zuloaga ya había expuesto en París, tres años antes, seis obras llevadas a cabo durante esta estancia andaluza a la que nos estamos refiriendo; se trataba de:
Elegancia, Pelando la pava, Fanfarronada, En la glorieta, Flamenca y El reir de la gitana.

Las obras fueron ensalzadas por la crítica parisina, pero en nuestro solar hispano sin embargo ninguna de sus obras en aquellos años tuvieron tanto éxito, y Vispera de la corrida fué rechazada para representar a España en la famosa Exposición Universal de la capital gala del año 1900, al ser considerada un tanto caduca, llegando a decirse que ofrecía una imagen estereotipada del carácter de nuestro país, con los sempiternos toros, bailaoras, aunque no lo fueran, y claveles. A dicha exposición sí concurrió otro pintor español de 27 años, Joaquín Sorolla, con su obra !Triste herencia!,  por la que le fué concedido el codiciado Grand Prix. Zuloaga entonces decidió presentarla en otra exposición de ese mismo año, la de Bruselas Libre Esthétique, e inmediataente fué adquirida nada menos que por el mismísimo estado belga para formar parte de los Museos Reales.

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