jueves, 26 de mayo de 2016

pierre bonnard -crepúsculo -la partida de croquet 1892


 a apartir de las grandes exposiciones sobre este pintor durante los años 1984 y 1985 en París, Washington, Zurich y Frankfurt-am-Main, la figura de Bonnard empezó a ser considerada como de primera magnitud dentro del panorama pictórico del siglo XX, siglo en el qué, desde el comienzo, y como continuación de lo que venía aconteciendo ya desde la segunda mitad del XIX, la vanguardia del arte se vió vertiginosamente impulsada por una contínua y sucesiva aparición de movimientos, de formas de interpretar y desarrollar el hecho artístico. Este párrafo podía aplicarse a una gran cantidad de artistas sin más que sustituir el nombre de Bonnard por el suyo y da idea de la celeridad del arte moderno y también por supuesto de la tendencia al anonimato inmediato al que generalmente relega provisionalmente a sus creadores.
En  el momento en que nuestro pintor está llevando a cabo esta obra, Crepúsculo, 1892, otros pintores en Europa están ocupados aún con el Impresionismo, el Post-impresionismo, el Simbolismo, el Art Nouveau y están a punto de dar sus primeros pasos el Fauvismo, el Expresionismo, el Cubismo y la misma Abstracción.

Si Bonnard tiene entonces 25 años, Degas está en los 58, Cezanne en los 53, Monet en los 52, Renoir en los 51 y  Gauguin en los 44, mientras que Matisse solo tiene 23, Mondrian 20, Kandinsky 26, Munch 29 y Klimt alcanza ya los 30. Las demás promesas son todavía niños, Malevich tiene 14, Kirchner tiene 12, Klee 13, Picasso 11, Braque 10 y Chagall cuenta con tan solo 3 añitos.

En definitiva un continente en plena ebullición artística que ha dado la espalda definitiva al academicismo dogmático e impecable y sigue múltiples caminos.

Cuando realiza esta obra, Bonnard había conseguido hacía tres años ser admitido al fín en la famosa Escuela de Bellas Artes francesa y allí conocería a Edouard Vuillard, un año más jóven que él, quién abandonaría enseguida esta institución por no ser de su gusto el rígido plan de estudios que la caracterizaba. Ambos muchachos habían pasado por famosos liceos de París y ambos decidieron pronto dedicarse a la pintura como vocación en contra de sus propios padres, quienes querían algo más formal . Vuillard debería haber seguido los pasos de su progenitor y hacerse militar y Bonnard la de Leyes, carrera que empezó, acabó a los 21 años y en cierto modo, pues no acabó de pasar cierta prueba oral, la ejerció algún tiempo en diversos empleos, el Registro Civil y como ayudante del fiscal del distrito del Sena. 
Un año antes, en 1891, mientras hacía su servicio militar, había ganado un concurso para un cartel anunciador de un famoso champán, el famoso France - Champagne, y este pequeño éxito no solo le dió ánimo para dar el paso definitivo hacia su verdadera vocación, sino que hizo cambiar de parecer a su padre quién empezó a ver de otro modo el porvenir de su hijo y le dió libertad absoluta.  El cartel tuvo un gran éxito en el mundillo artístico y al parecer influyó en el mismísimo Toulouse-Lautrec y sus maravillosos carteles; de hecho se hicieron grandes amigos. Recibió algo de dinero por él, poca cosa,, pero suficiente para estimularle a vivir de la pintura.
La partida de croquet podría ser perfectamente un cartel anunciador añadiéndole algunas palabras necesarias para su fín, y extraìdo, por supuesto, de entre las estampas japonesas : colores planos y fríos, sin profundidad ni perspectivas, sin luces y sombras. Un bellísimo ukiyo-e, a pesar de su tamaño nada pequeño, 130 x162 cms,   en una gama perfectamente armonizada de verdes donde el estampado a cuadrícula de alguno de los trajes establece indirectamente un orden y estabilidad en toda la apacible representación de ese instante suspendido, parado en mitad de la tarde, y en la que el pintor, todavía soltero, nos presenta a su familia:  empezando por la izquierda, su cuñado ,su padre agachado, su hermana Andrée y una amiga. Están en el jardín de la casa que su familia poseía en el departamento francés de Isere, junto a la Saboya, exactamente en el llamado Grand-Lemps. La obra fué presentada en el Salón de Independientes parisino de ese mismo año de 1892.

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