lunes, 12 de diciembre de 2011

E.Delacroix - mujeres de Argel en su apartamento

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36 años
durante el año de 1832 Delacroix va a realizar un intenso viaje de cuatro meses a Marruecos acompañando al conde de Moray en misión diplomática en dicho país. Se lleva siete cuadernos y los llena de notas, apuntes y bocetos ,hasta 100 apuntes al óleo y acuarela, tal era su entusiasmoy fascinación por este paraíso nuevo que ya había vislumbrado años antes pero nunca había visitado. Ahora lo está viendo con sus ojos y llega a hablar de un lugar protegido, puro, sin adulterar todavía, un Mediterráneo antiguo, un equivalente en pleno siglo XIX , de los tiempos de Homero. Sus dibujos le servirán para muchas de sus obras posteriores, y varios de ellos tomados en un harén ,que tiene la suerte de visitar ya al final de su viaje, le sirven para éste que vemos, una de sus obras más conocidas, y que lleva a cabo para presentarlo en el famoso Salón del año 1934. A mí me parece un cuadro más contenido que los dos últimos, odalisca y el combate de Giaur y Hassán, es más clásico en composición , técnica y contorno.Aquí le interesa más a Delacroix reflejar la impresión que le causa el ambiente reservado,protegido, como fuera del tiempo y del espacio y el semblante triste de esas mujeres vestidas de lujo y enclaustradas; sin embargo no están formalmente sentadas, como las  hubiera colocado o Ingres, sino que se las ve en posiciones de total relajamiento, un poco animal. Y, por último, el color : fijaos en los tonos rojizos que llenan delicadamente todo el cuadro; del tocado de la sirvienta negra nos vamos a su finísimo collar algo más intenso, luego el cinto,la falda, las babuchas, después saltamos al chaleco casi rosáceo de la primera mujer, a su rosa en la cabeza, las pequeñas florecillas del estampado de su camisa ....en fín podeis encontrar tonos rojizos por toda la habitación, son el elemento armónico de todo el color, que además se opone a su complementario, el verde, también bellamente distribuido. La obra causó sensación en el Salón, no solo por mostrar objetos relacionados con el opio, sino por la representación de mujeres musulmanas sin cubrir de pies a cabeza . De cualquier forma el propio Luis Felipe compró el cuadro para el Museo de Luxemburgo, y ,a la muerte del pintor, se trasladó definitivamente al Louvre donde se  le puede hoy ver junto a las grandes obras maestras del Romanticismo francés. Pero si queréis verlo aquí mismo en Madrid, tenéis ahora una ocasión única.No os le perdais.

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